Recuerdo hace unos años una secuencia que vi en la TV;
había sido grabada en un colegio y en ella se preguntaba a los niños por las
cuestiones que más les preocupaban, en concreto, los mayores problemas del país. Recuerdo
haber oído cosas como “el terrorismo”, “el paro”, y alguna otra. Lo del paro lo
decían muchos críos, por cierto. Y si el “terrorismo” ahora caería del ranking,
podríamos pensar que lo del desempleo sería actualmente un hit tremendo. Esto podría
ser un pueblo/ciudad de Castilla-León, pero no lo recuerdo con exactitud. No
creo que fuera en Cáceres, pero podría haber sido en cualquier punto de
Panderetilandia. Indudablemente a los 6-7 años todavía no existe una conciencia
como tal de problema, si no es introyectada o heterónoma. Se supone que refleja
una preocupación de sus progenitores. Pero si cuando no se alcanzaban las cotas
actuales de desempleo en general y en población joven en particular, ya era
preocupante, qué decir de esta era Post-Bankiana que vivimos. Por tanto, ¿a qué
podemos atribuir los resultados de la reciente consulta popular que ha tenido
lugar en la localidad de Me-da-igual-el-sitio (creo que hubiera sido similar en
muchos otras)? Ahí van mis hipótesis:
1.- En todos nosotros subyace un alma de Miss/Mister
dispuesta a aflorar cuando se nos pregunta en público por las cuestiones que nos
preocupan y por las que lucharíamos: “la paz mundial”, “el hambre en África”, “educación,
sanidad y empleo para todos”, etc. Luego nos quitamos la corona y la banda que
hemos ganado en el concurso y en nuestra vida menos pública decimos lo que nos
preocupa o nos interesa: “pasármelo guay este finde”, “que haya toros en las
fiestas de mi pueblo”, “que mi equipo gane la liga”, “que me toque la Loto”.
2.- Cualquier cosa que se relacione directamente o
indirectamente con la palabra “corrida” estimula mucho al personal, sea o no de
humanos.
3.- Lo de la solidaridad es una cuestión filosófica o como
mucho una aspiración para adolescentes imberbes, filántropos barbudos o poetas más
o menos reconocidos.
4.- Engarzando con lo anterior, podría ser que lo de invertir en
medidas que combatan el desempleo sea algo que pueda que uno vea o no, y no
desde luego a corto plazo, mientras que la diversión de los toros yo sé que la
voy a ver y disfrutar el día de la festividad de la Virgen. Vamos, lo de la satisfacción
inmediata de deseos propios.
5.- Wert tiene tanta cancha que va a conseguir recuperar
finalmente una tradición/arte que, según dirían algunos, injustamente había
sido relegada a la ignonimia en Panderetilandia. ¡Hala! Aboguemos, pues, por
seguir siendo el país de la Piel de Toro, y olvidémonos conscientemente de que
más cornadas da el hambre…
No sé con cuál de estas opciones quedarme ¿Alguna
sugerencia?
En definitiva, visto lo visto, igual es mejor tener menos
confianza en la especie humana y tenerla más en la taurina.