Primero les tocó a algunos trabajadores y les hicieron un
ERE a muchos de ellos,
y no dije nada porque yo no trabajaba para ninguna empresa.
Luego se llevaron los recursos de educación,
y no dije nada porque yo no era ni profesor ni tenía hijos/as en la escuela pública.
Luego vinieron a por los funcionarios/as,
y no dije nada porque yo no era funcionario.
Luego les quitaron la tarjeta sanitaria a los inmigrantes sin papeles y les hicieron pagar,
y yo no dije nada porque yo no era un inmigrante sin papeles.
Luego les amenazaron a algunos parados con retirarles la prestación de 400 Euros,
y yo no dije nada porque todavía tenía trabajo.
Y cuando finalmente vinieron a por mí,
no quedaba nadie para protestar.
y no dije nada porque yo no trabajaba para ninguna empresa.
Luego se llevaron los recursos de educación,
y no dije nada porque yo no era ni profesor ni tenía hijos/as en la escuela pública.
Luego vinieron a por los funcionarios/as,
y no dije nada porque yo no era funcionario.
Luego les quitaron la tarjeta sanitaria a los inmigrantes sin papeles y les hicieron pagar,
y yo no dije nada porque yo no era un inmigrante sin papeles.
Luego les amenazaron a algunos parados con retirarles la prestación de 400 Euros,
y yo no dije nada porque todavía tenía trabajo.
Y cuando finalmente vinieron a por mí,
no quedaba nadie para protestar.
Pero he de decir que cuando vinieron a por mí, no me
encontraron en casa. Es que como me había leído el poema de Bertolt Brecht, dije
“Tate, ahora vendrán a por el último cagón que no ha rechistado hasta el
momento”. Y me fui a casa de mis padres… porque con 5100 Euros mensuales no me
llegaba para hacer frente a pagar las hipotecas de las propiedades que había
acumulado en la época de especulación inmobiliaria. Y ahí ando desde entonces, living la vida loca y ‘pasándole los
canutos’ a mis colegas…
(Anotación: gracias a un amable lector del post, he tenido conocimiento de que el poema atribuído comunmente a Bertolt Brecht, parece ser que en realidad fue escrito por el pastor Martin Niemöller)
(Anotación: gracias a un amable lector del post, he tenido conocimiento de que el poema atribuído comunmente a Bertolt Brecht, parece ser que en realidad fue escrito por el pastor Martin Niemöller)