Como parece que no se ha acabado el mundo, finalmente se está
acabando el año 2012, al tiempo que lo que hubiera (¿quizá ya solamente
telarañas?) en las arcas del gobierno ya se acabó mucho antes de
diciembre. La verdad es que poca credibilidad se le podía conceder a un pueblo
con nombre de prenda de invierno y que ha tenido como único representante en la
modernidad a un bicho con antenas que volaba. Así que, y puesto que no hemos
oído las trompetas del apocalipsis, nos tocará escuchar a nuestro sobrino dar
el coñazo con la pandereta el día de Nochevieja. Y para no ser menos, nosotros también
daremos el coñazo en casa a nuestra pareja y otros familiares varios con la
cantilena de siempre por estas fechas.
Sí. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con
la misma piedra; cuando toca cambiar el calendario de la cocina, le da por
formular esos propósitos para el nuevo año, siempre referidos a la salud, la
convivencia y el civismo responsable. Y como no son más que un copiar + pegar
de los años precedentes, con cambiar la fecha en el listado solucionado. Así, de
los 30 a los 50 años uno puede mantener el listado de cosas que afirma el 31 de
diciembre que hará pero que se promete a sí mismo que ni siquiera considerará
el 3 de enero. El truco consiste en incumplir el inventario siguiendo un patrón
de ordenación claro: es decir, según cuestiones urgentes e importantes. Como no
hay nada que te parezca que revista de la importancia o premura suficiente,
harás como hasta ahora y procrastinarás hasta la saciedad.
Un breve repaso nos lleva a cinco cuestiones recurrentes:
- ‘Apuntarse al gimnasio para bajar esos kilos de más’. Siendo
realistas, en enero el gimnasio está lleno y no puedes pillar aparatos libres;
si eso, ya te lo pensarás más tarde. El problema es que en los meses siguientes
solamente quedan los machacas que lucen chocolatina en el pecho. Y como las
comparaciones son odiosas, aparte de injustas… Nada. Fuera. Si en el fondo esto
no es tan urgente.
- ‘Dejar de fumar’. ¡Qué tontería! Lo pusiste porque lo pone
todo el mundo pero no ves porqué lo tendrías que hacer ahora. Total, ya lo
harás cuando te mueras o cuando te hospitalicen por algo y estés dos meses en
la UCI. Nada, otra cosa que no es urgente. Fuera con ello también.
- ‘Llevar a la hija a los partidos de baloncesto del fin de
semana (o al menos ir al comienzo de algún encuentro)’. Bueno, esto sería
factible, pero siempre y cuando no los pongan a horas intempestivas, que las
mañanas de los sábados y domingos están para dormir. Total, ya van otros padres
y madres, así que no crees que se te eche en falta al animar. Y tu hija ya te
ve en la mesa para cenar muchos días, así que con eso queda cubierto el cupo de
responsabilidad paterna.
- ‘Arreglar todos esos pequeños desperfectos de la casa que se van acumulando
año tras año, por ejemplo, cambiar la bombilla de la entrada, la del cuarto, la
del baño...’ Aunque bien mirado, tampoco es necesario que se vea tanto. La disposición
de la casa ya la conocéis bien, con lo que no habría peligro de tropezarse, y vosotros en
casa también os conocéis de muchos años atrás. Además, así le ahorras a tu
mujer un espectáculo lamentable cuando te desnudas para irte a la cama o a la
ducha. Y de paso contribuyes al medio ambiente al disminuir la contaminación lumínica
y no consumiendo recursos energéticos necesarios para la sostenibilidad del
planeta.
- ‘Ir a trabajar en bici o andando en vez de ir en coche’. No
obstante, piensas en lo que contribuyes a mejorar el medio ambiente del planeta
(que está por todo el planeta y lejos) y lo que contribuyes a tu entorno más
próximo (lo cual incluye al que te hace el seguro, el del taller a donde llevas
tu coche, los impuestos de circulación que pagas,…) y al final te parece una
conducta más responsable con tu entorno sacrificarte a ir en coche a tu centro
de trabajo, aunque esté a 600 metros de tu casa, no haya aparcamiento reservado
para empleados, y no te sobre el dinero para la gasolina. Y por otra parte, ya
has puesto tu granito de arena al tema de la sostenibilidad del planeta al no
cambiar las bombillas que se fundieron allá por el año… bueno, más o menos de cuando
los judíos fueron expulsados de Panderetilandia.
Pues nada, visto lo visto, ahora te asalta la duda de si no
convendría borrar todo y ya para siempre. Aunque total, mejor déjalo en la
lista, si el 3 de enero está a la vuelta de la esquina...