Por circunstancias ajenas a mi voluntad, ayer acabé cenando
con una de mis amistades y una serie de amigos/conocidos/colegas que fue
recolectando por el camino. Uno de ellos era un colega griego, quien nos puso
en antecedentes de la tragedia griega, aunque no de las obras de Sófocles o
Eurípides precisamente. Aquí había mucho rescate pero ningún héroe, aunque sí
el mito caído de un país al que nunca pensábamos que veríamos así, cuna de la
civilización moderna occidental.
Entre las diversas cosas que el cretense nos llegó a decir destaco
aquella que hizo que mi huesillo de la risa se resintiera. Afirmó que nosotros
no tenemos nada que temer, que Grecia ha sucumbido a la hecatombe porque carecía
y carece de industria, y que sin un mínimo de inversión era previsible que el
país (léase, los personajes de carne y hueso que lo habitan) pudiera sufrir lo
indecible, como es el caso ahora. Así que, habida cuenta que la inversión a
futuro marianista que están propugnando los dirigentes del país de la
pandereta, quien escribe estas líneas no puede por más que respirar con alivio
ante la halagüeña situación (por si acaso, para los que no estéis
acostumbrados/as a mí, modo ironía “on”).
Hablaba el colega visitante también de lo desolador y fantasmagórico que
resultan las instalaciones deportivas que se edificaron con un dinero que
todavía existía (en algún sitio, supongo). Esas instalaciones fugazmente han
dado un servicio de diversión de masas en la polis de Atenas, mientras que
ahora es más común que las masas huyan de los polis en actos provocados no
precisamente por la diversión del momento socio-económico del país. Ahora, no
obstante, se erigen medio derruidas y abandonadas, huérfanas de padre y madre
que las cuiden, y cual hermanas bastardas de las construcciones de la Grecia
clásica. La diferencia más notoria entre el Partenón de la acrópolis de Atenas y estas instalaciones
deportivas es que, mientras que el primero es admirado ahora y sus ruinas
responden únicamente al paso del tiempo desde que se desarrollara aquella esplendorosa
civilización, las segundas nunca han podido ser admiradas, y oriundos y
extranjeros vuelven la mirada al signo de la decadencia de una época que quiere
dejarse atrás cuanto antes. Retornando la mirada al país de la piel de toro, la
mejor de las noticias es que Albertito gafotas, habiendo dejado la alcaldía
madrileña, ya no insistirá en pedirle a los Reyes Magos-COI que le traigan el fuerte
del Séptimo de Caballería-Juegos Olímpicos de regalo, lo cual siempre pensó que
era de Justicia (desgraciadamente para los que antes no le padecíamos tan
directamente, ahora impartirá justicia para todos: ¡manda eggs!).
Son tiempos para los griegos donde trágicamente han vuelto a
una sociedad de hombres libres y esclavos. La mayor diferencia (platónica) es
que los esclavos están todos en tierras helenas y los hombres libres, o al
menos los filósofos y sabios, y por ende más capacitados para ejercer la política
sobre sus conciudadanos (lo de “con” sobra, pero bueno), están en una zona más
distal hacia el Norte (o incluso Noroeste), a varios Kilómetros de las
fronteras griegas.
Por h o por b, estos días tenemos a los griegos más
presentes también por estos lares, incluso el amigo Basagoiti ha hablado del
personaje televisivo Homer, que no el griego original en que se inspira. (Perdón,
¿he dicho amigo? Bórrenme inmediatamente esa palabra, please). Y son días en
los que cada vez está más presente en la mente de muchos ciudadanos el mito de
Edipo: eso de matar al padre líder político para poder amar a la madre Estado
de bienestar para abrazar sus cariñosos brazos de salud y educación.
Un último apunte en forma de mensaje esperanzador del visitante griego fue que no nos preocupáramos, que no estamos tan mal porque ellos están mucho peor. La segunda parte es cierta, la primera no parece la conclusión directa de la más trágica situación que padecen. Existe el dicho de que cuando veas la barba del vecino pelar, hay que poner la propia a remojar, pero yo le veo a Mariano reluciendo su barba bicolor sin intención alguna de hacer recorte ahí, mira por dónde. Otros recortes sí, pero no aquellos que de forma cabal llevan a un crecimiento sostenido del país, porque una cosa es ahorrar y otra cosa es inversión cero en el mañana. En fin, no le voy a dar ideas a nuestro máximo mandatario, no sea que utilice el argumento de que no somos los que peor estamos en un arrebato de incontinencia verbal y le dé por explayarse ante la prensa (si hasta ahora ha mostrado su rostro más lacónico ha sido porque estaba esperando para dar el mensaje adecuado).
Pues nada, a mí también me espera un fin de semana de
mierda, pero como hay otros que están desempleados y han perdido la casa por
impago, creo que no tengo derecho a quejarme, según dicen. No hay mejor
estrategia de desactivar el enfado y el criticismo popular de las masas: como
hay otros en peor situación que la de uno mismo, debemos estar agradecidos a
los dioses del Olimpo.
Los dioses hace milenios que nos abandonaron, precisamente en el momento en que permitimos ser dirigidos por políticos. Ambos se descojonan desde las alturas.
ReplyDeleteαντίο
ευχαριστίες Jose,
DeleteSí, les echamos a unos a patadas por los otros en unos casos. En otros casos, sin embargo, ahí tenemos, si no a los dioses, a sus representantes en la tierra mangoneándonos a placer al alimón de algunos políticos.