En estos
tiempos globalizados y cambiantes, esto de felicitar va evolucionando casi
tanto o más que nuestra capacidad para aceptar sin rechistar cualquier recorte
a nuestros derechos individuales y colectivos. No hay más que echar un vistazo
a los últimos seis años para rescatar los hitos en la evolución navideña.
-Era moderna,
finales del año 2008 d.C: mandar y recibir emails navideños, alguno con imágenes
adjuntas. Sonreír cada vez que recibes uno y mandas otro de vuelta. Distribuir grácilmente
todas las postales navideñas que te han llegado sobre el escritorio. Sonreír emocionado
cada vez que miras a esa esquina del escritorio.
-2009: Mandar
emails con un PowerPoint adjunto con música o algún efecto visual, tipo nieve
que cae o alguna otra ñoñería por el estilo. Reenviar emails con otro
PowerPoint que te has currado a lo largo de casi un día entero (tras haber
pedido un día de libre disposición o de vacaciones para ocuparte de este tema).
Sonreír. Sonreír mucho. Alguien en la oficina ha propuesto hacer esto que
llaman “amigo invisible”: ir a por el regalo encantado de la vida y elegir algo
que supera ligeramente la cantidad que habían sugerido el resto de compañeros
de la oficina.-2010: Empiezan a florecer ciertos atisbos de pragmatismo en tu “espíritu navideño”. Recibir algún PowerPoint chulo y fusilarlo, cambiando el nombre de la firma. Mosquearte un huevo porque el que te lo había mandado había protegido el archivo y le has tenido que pedir al informático que te ponga directamente el nombre sobre el del autor del PowerPoint. Acordarte una hora antes de la apertura de regalos del acto anual en la oficina del “amigo invisible” e ir al baño a envolver cualquier cosa que tengas a mano que creas que cuele como posible regalo.
-2011: Enviar
mensajes de felicitación de la Navidad y Año Nuevo por SMS, por financiar las
compañías telefónicas sin reparar en gastos (un día es un día, y los amigos son
los amigos. Y bueno, que el champán hace su efecto a las 01:30 del 1 de enero
de 2012). Con el colapso típico de estas fechas, algunos mensajes te llegan la
noche del 1 al 2 de enero. Y te dejaste la batería en casa de tu suegra (te
cagas en todo). Escaquearte del momento de reparto del dichoso “amigo invisible”
en la oficina, aduciendo una emergencia, tipo ‘llamada-urgente-de-tu-suegra-que-está-mayor-la-pobre”.
Este año, hacerte uña y carne con tu suegra, jurándoos complicidad eterna, o sea, hasta
que el divorcio con su hija os separe.
-2012: Responder
a los 5-10 emails diarios que recibes entre el 15 y 24 de diciembre con un:
“Gracias. Igualmente” (o cualquier otra cosa que hayas editado en un fichero
que tendrás abierto todos estos días). Enviar mensajes de felicitación de la
Navidad y Año Nuevo por Whatsapp, que resulta más económico, porque se pueden
mandar fotos, y copiar/pegar el mensaje de otro, con lo que quedas como un rey,
henchido de orgullo y satisfacción. Se impone la cordura en la oficina:
decretazo que deroga cualquier iniciativa relacionada con el “amigo invisible”
o cualquier manifestación de exaltación de la amistad entre los compis de curro
(que se circunscribe únicamente a la archiconocida fase del emborrachamiento).
-2013: Borrar directamente los 15-20 emails diarios que recibes entre el 15 y 24
de diciembre. Postear un Feliz Navidad de lo más general y escueto en
Facebook/Twitter. Escribir un post cagándote en los mensajes navideños y mandar
el link a todos los contactos de tu agenda.
-2014 (posible estrategia, todavía pendiente de depurar): Desconectar el móvil (o no cargarlo) y no conectarse a Facebook o
Twitter desde el 8 de diciembre hasta el 7 de febrero, como medida cautelar. Poner
un potente filtro que mande directamente a la carpeta de “spam” todos los
mensajes que contengan algunos de estos términos: “feliz”, “felicidades”,
“familia”, “próspero”, “éxito”, “2015”, “Te deseo”. Bueno, igual la de “te
deseo” puede que convenga no incluirla en ese filtro, no vaya a ser que sonara
la flauta en uno de esos días y precisamente nos llegase ese mensaje que hemos
rogado al Altísimo tuviera a bien concedernos desde hace 20 años (y no
precisamente que nos mandara el mensaje el mismo Altísimo, sino alguien más
terrenal). Sugerir de nuevo hacer “amigo invisible” en la oficina, pero proponer
que, en vez de que te toque a sorteo la persona a regalar, que te regale algo
quien se esté acostando con tu pareja.
¡Uy! De
paso, y esa era por cierto la idea inicial, con este post aprovecho para
felicitaros de un tirón todo lo que haya que felicitaros en los próximos 5-10
años. Completad con lo que sea: Navidades, solsticio de Invierno/verano,
Hanukka, aniversario, cumpleaños, bodas de plata, paternidad, que finalmente te
han hecho fijo en el curro (Oh, wait…! Sorry, era la costumbre), ascenso (a los
que tengan empleo), conseguir una beca (si todavía conceden), una publicación
en Nature o Science para los/as que seáis científicos/as, que el/la vecino/a
del tercero os ha sonreído, etc.
Y si bebes,
no conduzcas,… que si ya eres un peligro público en la carretera el resto del
año, con alguna copita de más, no te hace sombra
ni Carromero.