Saturday, December 28, 2013

Aprovecho para felicitaros...


En estos tiempos globalizados y cambiantes, esto de felicitar va evolucionando casi tanto o más que nuestra capacidad para aceptar sin rechistar cualquier recorte a nuestros derechos individuales y colectivos. No hay más que echar un vistazo a los últimos seis años para rescatar los hitos en la evolución navideña.


-Era moderna, finales del año 2008 d.C: mandar y recibir emails navideños, alguno con imágenes adjuntas. Sonreír cada vez que recibes uno y mandas otro de vuelta. Distribuir grácilmente todas las postales navideñas que te han llegado sobre el escritorio. Sonreír emocionado cada vez que miras a esa esquina del escritorio.
-2009: Mandar emails con un PowerPoint adjunto con música o algún efecto visual, tipo nieve que cae o alguna otra ñoñería por el estilo. Reenviar emails con otro PowerPoint que te has currado a lo largo de casi un día entero (tras haber pedido un día de libre disposición o de vacaciones para ocuparte de este tema). Sonreír. Sonreír mucho. Alguien en la oficina ha propuesto hacer esto que llaman “amigo invisible”: ir a por el regalo encantado de la vida y elegir algo que supera ligeramente la cantidad que habían sugerido el resto de compañeros de la oficina.

-2010: Empiezan a florecer ciertos atisbos de pragmatismo en tu “espíritu navideño”. Recibir algún PowerPoint chulo y fusilarlo, cambiando el nombre de la firma. Mosquearte un huevo porque el que te lo había mandado había protegido el archivo y le has tenido que pedir al informático que te ponga directamente el nombre sobre el del autor del PowerPoint.  Acordarte una hora antes de la apertura de regalos del acto anual en la oficina del “amigo invisible” e ir al baño a envolver cualquier cosa que tengas a mano que creas que cuele como posible regalo.

-2011: Enviar mensajes de felicitación de la Navidad y Año Nuevo por SMS, por financiar las compañías telefónicas sin reparar en gastos (un día es un día, y los amigos son los amigos. Y bueno, que el champán hace su efecto a las 01:30 del 1 de enero de 2012). Con el colapso típico de estas fechas, algunos mensajes te llegan la noche del 1 al 2 de enero. Y te dejaste la batería en casa de tu suegra (te cagas en todo). Escaquearte del momento de reparto del dichoso “amigo invisible” en la oficina, aduciendo una emergencia, tipo ‘llamada-urgente-de-tu-suegra-que-está-mayor-la-pobre”. Este año, hacerte uña y carne con tu suegra, jurándoos complicidad eterna, o sea, hasta que el divorcio con su hija os separe.
-2012: Responder a los 5-10 emails diarios que recibes entre el 15 y 24 de diciembre con un: “Gracias. Igualmente” (o cualquier otra cosa que hayas editado en un fichero que tendrás abierto todos estos días). Enviar mensajes de felicitación de la Navidad y Año Nuevo por Whatsapp, que resulta más económico, porque se pueden mandar fotos, y copiar/pegar el mensaje de otro, con lo que quedas como un rey, henchido de orgullo y satisfacción. Se impone la cordura en la oficina: decretazo que deroga cualquier iniciativa relacionada con el “amigo invisible” o cualquier manifestación de exaltación de la amistad entre los compis de curro (que se circunscribe únicamente a la archiconocida fase del emborrachamiento).

-2013: Borrar directamente los 15-20 emails diarios que recibes entre el 15 y 24 de diciembre. Postear un Feliz Navidad de lo más general y escueto en Facebook/Twitter. Escribir un post cagándote en los mensajes navideños y mandar el link a todos los contactos de tu agenda.
-2014 (posible estrategia, todavía pendiente de depurar): Desconectar el móvil (o no cargarlo) y no conectarse a Facebook o Twitter desde el 8 de diciembre hasta el 7 de febrero, como medida cautelar. Poner un potente filtro que mande directamente a la carpeta de “spam” todos los mensajes que contengan algunos de estos términos: “feliz”, “felicidades”, “familia”, “próspero”, “éxito”, “2015”, “Te deseo”. Bueno, igual la de “te deseo” puede que convenga no incluirla en ese filtro, no vaya a ser que sonara la flauta en uno de esos días y precisamente nos llegase ese mensaje que hemos rogado al Altísimo tuviera a bien concedernos desde hace 20 años (y no precisamente que nos mandara el mensaje el mismo Altísimo, sino alguien más terrenal). Sugerir de nuevo hacer “amigo invisible” en la oficina, pero proponer que, en vez de que te toque a sorteo la persona a regalar, que te regale algo quien se esté acostando con tu pareja.

¡Uy! De paso, y esa era por cierto la idea inicial, con este post aprovecho para felicitaros de un tirón todo lo que haya que felicitaros en los próximos 5-10 años. Completad con lo que sea: Navidades, solsticio de Invierno/verano, Hanukka, aniversario, cumpleaños, bodas de plata, paternidad, que finalmente te han hecho fijo en el curro (Oh, wait…! Sorry, era la costumbre), ascenso (a los que tengan empleo), conseguir una beca (si todavía conceden), una publicación en Nature o Science para los/as que seáis científicos/as, que el/la vecino/a del tercero os ha sonreído, etc.
Y si bebes, no conduzcas,… que si ya eres un peligro público en la carretera el resto del año, con alguna copita de más, no te hace sombra ni Carromero.





Friday, December 20, 2013

Apaga luz, Mariluz, apaga luz…


2014 será el año que vivamos peligrosamente si no nos acostumbramos a andar a oscuras en casa, y el año en que miraremos con envidia a mejores tiempos pasados, como por ejemplo, al “Siglo de las Luces”. No habiendo transcurrido tanto tiempo desde el reciente apagón analógico, ahora se producirá el apagón doméstico voluntario en muchas casas. En definitiva, tendrán lugar una serie de visibles (aunque no luminosos) cambios en Panderetilandia, y costumbres que se habían convertido parte de nuestras vidas ahora brillarán por su ausencia. A saber:
1.-Empezaremos con los cánticos, himnos y salmos varios que comienzan en Nochebuena pero que continúan en Nochevieja. En la entrada al Año Nuevo, caerán en desuso el “Campana sobre campana”, “Pero mira cómo beben” y el “Torito bravo” (ese que lleva botines y no va descalzo) por el “Apaga luz, Mariluz, apaga luz, que yo no puedo vivir con (ni pagar) tanta luz”.
2.-Ya en la Noche de Reyes, el caos reinará el cielo (y esta vez no por culpa de Air Nostrum): la Estrella de Belén brillará solo a ratitos, para ahorrar un poco. Que no nos sorprenda que los Reyes Magos se pierdan y que no lleguen los regalos a alguna casa este año o, incluso, que algún rey se tropiece en la oscuridad y se fastidie la cadera.
3.-También habrá cambios con efectos positivos. Por ejemplo, se reducirá la contaminación lumínica del país, en la cual, por cierto, tenía gran culpa mi vecino de enfrente, que engalanaba todas las festividades el porche de su adosado desde mediados de diciembre a mediados de enero con una iluminación digna de un Gran Premio nocturno de Formula 1 en Bahréin.
4.-Por otra parte, presenciaremos una vuelta a la moda vintage en las relaciones de pareja: se impondrá el hacer el amor a oscuras, como nuestros/as abuelos/as.
5.-Las relaciones de pareja, otrora abocadas al hastío, revivirán el efecto 'luna de miel' y mejorarán al sustituirse la luz eléctrica en las cenas por un par de velitas románticas. Y si ya se usasen algunas aromáticas con efecto relajante (para aflojar tensiones relacionales acumuladas) o afrodisíaco (para tensar músculos de ciertas partes del cuerpo), pues ya sería el acabose. Además, se realizarán mayores esfuerzos para mirar a nuestra pareja con brillantes ojos de enamorados, y aprovechar el tirón 'Gusy-luz' para leer, coser, etc.
6.-El patrón de cortejo en nuestra especie dará un nuevo giro de tuerca. Pero no volveremos a la situación de antaño en la que, cuando un mozo pretendía a una mujer, esta le inquiría si “tenía vacas”, ni si “tenía pinos”, y ya en la versión actual si tenía alguna posibilidad de conseguir trabajo y salir del domicilio paterno. No, ahora la pregunta a formular al mozo en cuestión será si tiene un vivero de luciérnagas.
7.-Como parece ser que los apagones masivos en una zona geográfica determinada inducen a un notable aumento de comportamiento sexual y nacimientos posteriores, especialmente aquellos relacionados con una causa que provoca sensación de inseguridad en la población, estamos a las puertas de un nuevo Baby Boom en Panderetilandia. De esta aumentará la población a tal escala, que como salten a la vez todos los futuros panderetilandieros, que se anden al loro los chinos.
8.-Se apagarán algunos aparatos eléctricos, con lo que nuestros momentos de asueto y ocio ya no orbitarán en torno a la televisión, con su programación cultural tan variada y amena en cualquiera de sus canales. En su lugar, vaciaremos la “caja tonta” (ahora con más razón podremos ser políticamente algo más correctos y llamarla “de pocas luces”), y meter algunos muñecos de polichinela en tele. Franceses también nos sirven.
9.-Se dará fin naturalmente y sin ningún tipo de litigio ni confrontación social a la fiesta nacional de Panderetilandia, ya que será inmoral que los toreros hagan la faena en cueros por no poder pagar, ni siquiera con sus ingresos, a los sastres que confeccionen sus trajes de luces.
10.-Y como suele ocurrir, la clase política será la gran beneficiada de todo esto. Algunos, los que tengan pocas luces, por lo que se ahorrarán; y otros, los más brillantes, porque al abandonar sus cargos políticos, tendrán reservado algún puesto en una empresa eléctrica.

Sunday, October 6, 2013

Mi navío sobre el oro negro






Cuando navegaba en mi navío, mi único temor era no poder dominar la mar rizada; exaltada y mostrándome un coraje insolente. Pero su color me tranquilizaba. Porque el mar era dulcemente azul, aunque no fuera siempre marino. Se mostraba en varias tonalidades, hasta las más oscuras, pero siempre bañado en placentero azul. Ahora el mar también es azabache. Y esa negrura me da más miedo que cualquier atronadora tempestad. Porque es una oscuridad que emerge del silencio. Que callada asusta porque en ella solo algunos oyen el gemido casi imperceptible. 


No hace muchos años unos brazos lejanos dejaban su sudor y era este carburante humano y no otro el que puso en marcha el engranaje del viejo continente. Hoy es el carburante, el más tenebroso en sus tonalidades y matices, el que envuelve y ahoga a unas cabecitas, y de cuyas frentes no resbalarán nunca gotas porque el engranaje se ha oxidado. Alguien estira el brazo, pero se resbala su cuerpo. Se desploma, pesado, hacia un fondo marino; no más negro que la superficie, no más negro que los corazones.

¡Cuánto temo navegar ahora!: La mar está demasiado en calma.

“[…] se ha hundido así, sin un grito, con aquellos ojos que me miraban…”


Sunday, September 29, 2013

El termómetro de la felicidad



Hijo, estudia. Ya verás. Lo conseguirás todo. Cuando esto suceda, te podrás comprar una gran casa a las afueras y en el patio podrás construir una piscina enorme. Y en ella los delfines saltarán de un lado a otro, haciendo piruetas para tu diversión. A cuál más alta, a cuál más grácil.

Hijo, no te distraigas. Cuando seas un abogado reputado, las damas refinadas se pondrán en fila para desposarse contigo. Irás al hipódromo y las pamelas chocarán coquetas cuchicheando a tu paso. Ocultarán parcialmente unas sonrisas construidas solo para ti.

Hijo, no te entretengas con cualquier cosa. Cuando estés más arriba que nadie, todos requerirán tus favores y se mostrarán complacientes, sumisos. Tus zapatos no dejarán de brillar; esos cachitos de sol se distinguirán por su destello inconfundible.

Hijo, aplícate sin descanso en el estudio. Cuando tengas el poder, nadie te impedirá decir y hacer tonterías. Irrumpirás en el escenario de una ópera y graznarás como cuervo jamás lo haya hecho antes. Y el auditorio lleno de ojos abiertos romperá en emocionados aplausos.

 
Madre, ya he estudiado. Me he aplicado, sin distracción ni entretenimiento, pero lo que he aprendido es que no me interesa esa vida.

Madre, ayer me emocioné observando a un anciano hacer una mueca y pretendiendo que no lo hacía para evitar el reflejo directo del sol, sino porque me había sonreído deliberadamente.

Madre, ayer gocé del momento en que apagaba el televisor y el silencio inundaba el salón.

Madre, ayer disfruté viendo a un joven ofreciéndose para llevarle la pesada compra a un hombre de encorvada espalda.

Madre, ayer sentí un placer inigualable comiendo en un restaurante y manteniendo una conversación con alguien cuyas palabras acariciaban mis oídos.

Madre, ayer me arrebató la visión de una familia compartiendo de forma natural su comida con su vecina desempleada.

Madre, ayer fui feliz. Gracias por tu consejo. Estudiar me ha ayudado a saberlo.


Tuesday, September 10, 2013

Having porras and café y olé (¡o au lait.. o como se diga…!)



Konichiwa, mai frens. Estos días estoy avanzando un montón en mis clases de español (tanto o más que algunos lugareños en las suyas de inglés) y ya me considero menos foráneo en Panderetilandia. Además de aprender refranes y frases hechas, ahora hasta me permito el lujo de acuñar otros tantos para la posterioridad.

Café con leche que no has de beber, déjalo correr (como el tupido velo, ese que tape el sonrojo).

Cuando el río suena, relaxing cofi lleva.

No sabe, no contesta (al ask).

A palabras ininteligibles, oídos sordos.

Oídos que no oyen, corazón que no se resiente.

Dime con quién andas, y te diré cómo hablas inglés (o Dios los cría, y ellos se pegan el inglés).

A Dios rogando, pero oye... será que este no lo pilla… (ni el ruego ni el ask).

Quien fue a Sevilla perdió su silla, pero quien fue a Buenos Aires no perdió su sillón.

Si es que el resultado estaba cantado: Blanco y en Botella. Pero bueno, borrón y “cuenta nueva” para la corte de políticos de Panderetilandia, que ancha es Suiza (digo, Castilla)… Total, más se perdió en Gibraltar.

En resumen, me quedo con que este país es muy divertido. Siempre hay función para entretener a los niños. Ya sea hablar de elefantes en Bostwana, de piedritas en Gibraltar, o del acento y la dicción de los representantes políticos. Me dijeron que antaño aquí le llamaban al fútbol el opio del pueblo, pero parece ser que es mucho más relaxing y adormecedor el elixir de la botella.

Thursday, June 27, 2013

Un error lo tiene cualquiera



¡Uy, disculpad! Me equivoqué en el anterior post: no era el número 14. Todos nos podemos equivocar, ¿no? La vida es así, pero sabed que no hubo intencionalidad por mi parte.

Es que los números nunca han sido lo mío. A lo máximo que aspiro en Matemáticas es a sacar un 6,5. Y si todo me va bien, me hago ministro.