Tuesday, August 28, 2012

Pasándolas canutas


Primero les tocó a algunos trabajadores y les hicieron un ERE a muchos de ellos,
y no dije nada porque yo no trabajaba para ninguna empresa.

Luego se llevaron los recursos de educación,
y no dije nada porque yo no era ni profesor ni tenía hijos/as en la escuela pública.

Luego vinieron a por los funcionarios/as,
y no dije nada porque yo no era funcionario.

Luego les quitaron la tarjeta sanitaria a los inmigrantes sin papeles y les hicieron pagar,
y yo no dije nada porque yo no era un inmigrante sin papeles.

Luego les amenazaron a algunos parados con retirarles la prestación de 400 Euros,
y yo no dije nada porque todavía tenía trabajo.

Y cuando finalmente vinieron a por mí,
no quedaba nadie para protestar.


Pero he de decir que cuando vinieron a por mí, no me encontraron en casa. Es que como me había leído el poema de Bertolt Brecht, dije “Tate, ahora vendrán a por el último cagón que no ha rechistado hasta el momento”. Y me fui a casa de mis padres… porque con 5100 Euros mensuales no me llegaba para hacer frente a pagar las hipotecas de las propiedades que había acumulado en la época de especulación inmobiliaria. Y ahí ando desde entonces, living la vida loca y ‘pasándole los canutos’ a mis colegas…

(Anotación: gracias a un amable lector del post, he tenido conocimiento de que el poema atribuído comunmente a Bertolt Brecht, parece ser que en realidad fue escrito por el pastor Martin Niemöller)

Saturday, August 11, 2012

Game over



He vuelto de mis batallas. He regresado a Itaca después de 14 largos años, casi 40 años después de que tuviera lugar mi nacimiento. Debería decir que he regresado victorioso a mi tierra, allá donde muchos súbditos me tienen en gran estima, y también muy a pesar de aquellos que me profesan la más despreciable envidia y planean mi asesinato. Quisiera creer que puedo tomar posesión de nuevo de mi reino. Volver a todo aquello que me pertenece o que en otro tiempo me fue confiado para su tutela.

Miro a mi alrededor y trato de sentirme orgulloso de lo conseguido. Innumerables conquistas. Inenarrables victorias en las contiendas. Batallas afrontadas con impavidez y superadas con pericia. Todo como preludio, empero, de la más amarga de las derrotas. He perdido la batalla del amor, Penélope. Durante mi desaparición, y haciéndome muerto, no has podido sucumbir al acoso de tus ávidos pretendientes. No puedo ni quiero culparte, pensabas que no existía y se impuso la cordura de renunciar a la entendida estéril espera. Y ahora, tus brazos ya reposan en otro torso.

Hoy en mi reino me dirijo de vuelta al puerto,
y encaro el timón de mi navío con destino incierto.

Puesto que tu alma es mi única morada,
mi marcha ya no entiende de posada.

Dirigiré la nave allá donde nada perturbe mi pensamiento
para que únicamente tus recuerdos nublen mi entendimiento.

En mi mente se agolpan todos los recuerdos, perviven con toda su intensidad a pesar del paso del tiempo. Cierro los ojos y te tengo ante mí, Penélope. Te recuerdo despojándote de tus ropajes. Mostrándome toda tu belleza y encandilándome sin remisión. Doblegando mi fortaleza. Y vuelve a mí… cada vez que te hacía el amor y acariciaba tus cabellos, la pequeña muerte se apoderaba de mí, esa que enciende la vida. Y es en estos momentos la gran muerte la que apaga mi existencia.

Ahora que por fin sé dónde está mi tierra y mi hogar, comprendo que he llegado tarde. Entiendo por tanto que es el deseo de los dioses y mi sino vagar sin rumbo. Este es el cierto resultado de mi infinito viaje: navegar errante llorando tu ausencia por la eternidad. Nuestro encuentro se pospone ad calendas graecas, Penélope. Hasta entonces soñaré que te hago el amor en cada amanecer.