Thursday, March 8, 2012

Sólo usufructarios de nuestro cuerpo: Recordando a Hildegart Rodríguez

Vivimos en tiempos convulsos en cuanto a la sexualidad se refiere, donde gobernantes y otras gentes de mal vivir (léase, políticos varios convertidos a telepredicadores) se erigen en guardianes de nuestra moral y velan, e incluso se desviven, por que consigamos alcanzar el cielo prometido. Habría que valorar, no obstante, si aquí también valdría aquello de “después de metido (el voto en la urna), se jodió lo prometido”. Parece ser que la supuesta ola de libertinaje sexual que nos invade hace que la cuadri de Mariano, personificada en “Albertito el Gafotas” tire de la balanza para devolver las aguas (benditas) a su cauce. Parece ser que se considera que los conciudadanos estamos en una fase evolutiva temprana, y cual adolescente imberbe que se ve imbuido por el impulso de los bajos instintos, necesita de la mano adulta-responsable que le guíe en cómo no disponer de su cuerpo (no la mano de un cura docente, no pensemos mal). Claro, que para eso dicho cuerpo se le ha dado en usufructo pero para realizar una serie de actividades varias al servicio de otros, nunca para que disponga del mismo como si fuera suyo. Aludía El Jukebox en su blog (http://blogs.diariovasco.com/eljukebox/2012/03/08/nos-guarde-dios/) a los confusos argumentos (por la retórica utilizada) para justificar el sarpullido que les produce a nuestros actuales guardianes de la moral en el poder el matrimonio homosexual, la píldora del día después y derecho al aborto. Cual adolescentes desconocedores de la vida y de los peligros que ésta encierra, se nos hace creer que necesitamos un discurso paternalista que hace que sea de justicia legislar nuestra sexualidad. Todo ello me ha recordado a la época de la II. República española.

No me entusiasma especialmente la celebración de días internacionales, especiales, celebrables y, si se me permite, abominables. Pero por no “hacer el raro” (otra vez), hoy voy a ser infiel a mis principios (me perdone Vd., su pseudo-señoría Ruiz-Gallardón) y voy a recordar a una mujer cuya corta pero prolífica vida y obra me parece importante resaltar. Hoy me han llegado muchos de esos mensajitos tontos que te petan el correo de entrada con presentaciones llenas de “fantásticas mujeres” y me pregunto por qué en ninguna de ellas aparece Hildegart Rodríguez (“la Virgen Roja”).

Hildegart ha sido descrita como una niña prodigio, la cual fue concebida por su madre con la idea de dar lugar a una mujer modélica que sentara las bases de cómo debería ser (o mejor dicho, como debería pensar) la mujer del futuro, razón por la cual hablar de ella implica mencionar a su madre Aurora Rodríguez. Al fin y al cabo, ésta la concibió tras inseminarse de un maromo que le pareció que le podría dar buenos genes, y con el objetivo de crear una obra. Por tanto, como obra propia, siempre sería de su propiedad, cosa que, a otro nivel, otros padres/madres también hacen actualmente cuando llevan a sus críos a las escuelas de fútbol para que sean los que ellos/as quieren (futbolista profesional que les saque de pobres) y no lo que los impúberes quieran.

En su corta vida (1914-1933), le dio tiempo a aprender varios idiomas (a los 8 años hablaba ya 6 lenguas), estudiar derecho además filosofía y letras e iniciar la carrera de Medicina. También destacó ser una ferviente impulsora, junto con Gregorio Marañón, de La Liga para la Reforma Sexual, que tenía como objetivo el avance del conocimiento sobre la sexualidad, la cual se consideraba como un aspecto positivo del ser humano. También abogaban por la igualdad de hombres y mujeres, la emancipación de la mujer en todas las áreas (no sólo la sexual), incluyendo equiparación de derechos entre hombres y mujeres con respecto al acceso a la educación y el campo laboral. Las ideas preconizadas en aquella época de la II. República eran un reflejo de los avances que también estaban teniendo lugar en Alemania, en donde varios sexólogos de la Escuela de Berlín iniciaban una ciencia sexológica (“Sexualwissenchaft”) de carácter multidisciplinar y atendiendo a la diversidad. Pero ni un sitio ni en el otro las cosas prosperaron demasiado, en España hubo una Guerra Civil, y en Alemania el clima político que dio lugar a la II. Guerra Mundial acabó con el avance sexológico pionero en Europa. Además en Alemania, uno de los hombres que lideraron el estudio sexológico, Magnus Hirschfeld, tenía la mala suerte de ser judío y tener orientación homosexual en el peor sitio y momento de la historia.

De la obra de Hildegart se puede destacar que escribió diversos artículos para la revista sexológica española de la antes mencionada liga o asociación, de la que fue secretaria y fue una pieza clave en la difusión de nuevas aportaciones sexológicas en una época floreciente en dicho tema, así como en otros de la ciencia y el pensamiento. Entre sus escritos se pueden mencionar los siguiente: 'La rebeldía sexual de la juventud', 'El Problema sexual tratado por una mujer española', 'Educación Sexual', 'La revolución sexual', 'Sexo y Amor' y 'Profilaxis anticoncepcional'. Todas ellas son obras que fueron censuradas al poco tiempo de ser escritas ante el clima político represor de la dictadura franquista. Pero tan interesante como lo que pensaba y el legado ideológico que nos dejó, es como vivió y murió. Al fin y al cabo, llegó a ser una ideóloga que no se resignó a quedarse en el mundo de las ideas. O esa es la interpretación que se ha dado de las causas que llevaron a que su madre la asesinara antes de que cumpliera los 17 años. Havelock Ellis (colega inglesa cuyos trabajos fueron traducidos por ella al castellano) la llamaba cariñosamente (supongo) la “virgen roja” porque era miembro del Partido Socialista, activa también en su militancia política pero, pero lo mucho que sabía de sexualidad lo sabía únicamente de oídas, ya que no tenía experiencia sexual alguna. Su madre se erigía en guardiana de su cuerpo, el cual no era más que un envoltorio de su mente y sus ideas (las de su madre o que su madre permitía que floreciesen, claro). Y parece que a Hildegart le picaba la curiosidad o algo más, y que su relación con Havelock iba (o podía ir) más allá de lo intangible. Y ahí se acabó su producción y su vida. Vamos, el típico “la maté porque era mía” es lo que debió pensar su madre, y antes de que su obra, a la cual le habían salido dos patas, pusiera pies en polvorosa, decidió matarla.

Después de que hubiera un parón, e incluso una involución de estas ideas y del conocimiento del hecho sexual humano con la llegada del franquismo, ahora en fase avanzada de la democracia española, nos encontramos donde nos encontramos. Es decir, con guardianes de la moral sexual que quieren legislar qué hacer con nuestro cuerpo, cuando no moldear nuestra ideología para que discurra por los cauces de la normalidad, que mira por donde, debe ser que nos casemos sólo entre hombres y mujeres y tengamos relaciones sexuales coitales donde espermatozoides y óvulos vayan siempre juntitos y hasta que la muerte los separe. Eso sí una vez que hayan conseguido como refugio un cuerpo que nazca al margen de los deseos de la usufructuaria del cuerpo original.

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