Saturday, August 11, 2012

Game over



He vuelto de mis batallas. He regresado a Itaca después de 14 largos años, casi 40 años después de que tuviera lugar mi nacimiento. Debería decir que he regresado victorioso a mi tierra, allá donde muchos súbditos me tienen en gran estima, y también muy a pesar de aquellos que me profesan la más despreciable envidia y planean mi asesinato. Quisiera creer que puedo tomar posesión de nuevo de mi reino. Volver a todo aquello que me pertenece o que en otro tiempo me fue confiado para su tutela.

Miro a mi alrededor y trato de sentirme orgulloso de lo conseguido. Innumerables conquistas. Inenarrables victorias en las contiendas. Batallas afrontadas con impavidez y superadas con pericia. Todo como preludio, empero, de la más amarga de las derrotas. He perdido la batalla del amor, Penélope. Durante mi desaparición, y haciéndome muerto, no has podido sucumbir al acoso de tus ávidos pretendientes. No puedo ni quiero culparte, pensabas que no existía y se impuso la cordura de renunciar a la entendida estéril espera. Y ahora, tus brazos ya reposan en otro torso.

Hoy en mi reino me dirijo de vuelta al puerto,
y encaro el timón de mi navío con destino incierto.

Puesto que tu alma es mi única morada,
mi marcha ya no entiende de posada.

Dirigiré la nave allá donde nada perturbe mi pensamiento
para que únicamente tus recuerdos nublen mi entendimiento.

En mi mente se agolpan todos los recuerdos, perviven con toda su intensidad a pesar del paso del tiempo. Cierro los ojos y te tengo ante mí, Penélope. Te recuerdo despojándote de tus ropajes. Mostrándome toda tu belleza y encandilándome sin remisión. Doblegando mi fortaleza. Y vuelve a mí… cada vez que te hacía el amor y acariciaba tus cabellos, la pequeña muerte se apoderaba de mí, esa que enciende la vida. Y es en estos momentos la gran muerte la que apaga mi existencia.

Ahora que por fin sé dónde está mi tierra y mi hogar, comprendo que he llegado tarde. Entiendo por tanto que es el deseo de los dioses y mi sino vagar sin rumbo. Este es el cierto resultado de mi infinito viaje: navegar errante llorando tu ausencia por la eternidad. Nuestro encuentro se pospone ad calendas graecas, Penélope. Hasta entonces soñaré que te hago el amor en cada amanecer.

6 comments:

  1. Cuando te pones épico no hay quien te pare.

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  2. Ya te digo, y es de un cansado... Es lo que tiene ser Ulysses. Voy a ver si consigo que me cambian el personaje por uno más relajado, estilo don Pantuflo Zapatilla o así.

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  3. Siempre puedes hacer como en Troya (la peli de Brad Pitt) y adaptar libremente la Odisea y la Ilíada para tener un final feliz.

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  4. Pues mira, igual es lo suyo, porque en sex-appeal al Sean Bean le gano de largo.

    De todas formas, siempre me he preguntado si los guionistas de finales felices no tienen que pasar las Navidades con la familia extensa, ni ir a reuniones de la comunidad de vecinos, ni ir a veranear a lugares no sólo habitados sino superpoblados por homínidos “superiores” (es un decir lo de superiores). Hay algo extraño en la vida de esos seres que generan este tipo de ficción y la hacen parecer como realidad.

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  5. Me gusta el estilo de frase corta que has empleado, que no era habitual en tus textos. Es rítmico y fluido. Y las rimas del medio encajan sin forzar.
    Lo único que me extraña es que Ulises use la expresión "ad calendas graecas" que, por lo que sé, es una locución latina bastante posterior.
    ¡Un abrazo!

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  6. ¡Gracias!

    Sí, es que este Ulysses vive en 2012 y para nuestra época la expresión latina ya tiene muchos años y ha calado en el castellano moderno actual.

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